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Ama Quella, Ama Sua, Ama Llulla

En las drogas del amor

En estos días ha circulado en varias publicaciones una nota titulada ¿Enamoramiento o enfermedad? El artículo comienza diciendo algo que ya hemos leído antes: cuando uno se enamora y pierde la cabeza, es porque se encuentra bajo los efectos de un megacoctel de sustancias (testosterona, estrógenos, feniletilamina, oxitocina y dopamina, entre otras) que se liberan en nuestra sangre y recorren desenfrenadamente todo nuestro organismo.

Hasta aquí no hay nada nuevo. Hace más de una década que varios investigadores demostraron que cuando ocurre el enamoramiento, la dopamina estimula el septum de las mujeres (área donde se localizan las emociones) y la corteza visual en los hombres (donde se aprecia la belleza). Además, probaron que el córtex frontal (donde se ubica la racionalidad y el sentido crítico hacia la pareja) se inhibe, lo que nos permite cometer algunas de las ya conocidas locuras del amor. Esto también podría explicar científicamente por qué "el amor es ciego".

Lo interesante del artículo reciente es que los científicos han descubierto que cuando se alarga el efecto de las drogas del amor más de seis meses, "habría que sospechar que puede existir algún trastorno patológico si siguen los síntomas del enamoramiento extremo. Conviene que este estado sólo dure pocos meses, porque, si no, se sufre demasiado", afirma el psiquiatra Hagop Akiskal.

Dicho sufrimiento prolongado es explicado por el psicólogo Arthur Aron como una especie de síndrome de abstinencia, ya que "el comienzo del enamoramiento puede producir en el organismo humano el mismo efecto que el recibir una dosis de cocaína, droga que es un poderoso estimulante del sistema nervioso". La sustancia responsable de dicho efecto es la dopamina, que "aparece en la sangre cuando experimentamos sensaciones agradables como el hacer el amor, comer chocolate o consumir ciertas drogas", afirma Aron.

La nota parecería muy reveladora. Sin embargo, sólo viene a confirmarnos el lado científico del enamoramiento, un fenómeno del que muchos mitos, leyendas, poemas y tratados han hablado desde hace cientos de años pero con otro lenguaje. Por poner un ejemplo: Tristán e Isolda. Esta famosa leyenda medieval nos cuenta cómo un hombre y una mujer se enamoran cuando beben accidentalmente una poción. El efecto no les dura seis meses, sino ¡tres años!, tiempo en el que tratan de combatir, sin éxito, la pasión amorosa, misma que los mantiene tan obsesionados que, para cumplirla, son capaces de romper muchos principios e, incluso, pasar por encima de sí mismos. (Cualquier similitud con alguien que padece una adicción a las drogas es mera coincidencia.)

En el relato medieval la poción no es un coctel de hormonas y neurotransmisores, sin embargo, se puede llegar a conclusiones similares a las que llegan los científicos hoy en día: al igual que la adicción a las drogas, un enamoramiento prolongado puede resultar en una situación destructiva.

Por otra parte, la nota ayudaría a explicar de manera general el caso de algunos individuos que saltan de una relación a otra al cabo de pocos meses. Aquellos que reconocen estar "enamorados del amor" y no de una persona, sufren por ello: por más que lo intentan, no pueden tolerar el momento en el que comienzan a ver los defectos de su pareja en turno. Así, al no ser capaces de crear vínculos sólidos y realistas con alguien, buscan a un nuevo enamorado que les provoque dicho estado de euforia. Pero cada nueva relación conlleva una desilusión que va minando su ánimo.

En el caso contrario, cuando el enamoramiento ha sido demasiado intenso, puede llevar al individuo a una grave dependencia que lo coloca en situaciones humillantes y destructivas.

Del enamoramiento al amor

Hace algunos años leí un pequeño ensayo sobre el libro L'amour est une drogue douce... en general (El amor es una droga suave... en general), del investigador francés Michel Reynaud. La obra de Reynaud -quien aborda el fenómeno del amor desde el punto de vista sociológico, psicológico y científico- afirma en un primer momento que el enamoramiento es, efectivamente, una droga. Pero agrega que puede llevarnos a un tal apasionamiento que no sólo nos vuelve adictos a las mariposas en el estómago, sino también al sexo. No por nada, hay clínicas en los Estados Unidos especializadas en tratar dicha adicción.

Raynaud también señala que los enamoramientos apasionados (como el primer amor que "nunca se olvida") son muy difíciles de superar porque han quedado registrados en nuestra memoria como algo excepcional, y el simple hecho de recordarlos hace que nuestro organismo vuelva a segregar, aunque en menor cantidad, las sustancias del amor.

Para el investigador francés, el enamoramiento no tiene que terminar ni en tragedia ni en adicción, sino que puede transformarse en una relación perdurable: "Hay un momento en el que se convierte en un sentimiento nuevo: la ternura, es decir, la mansedumbre y la compasión que nos inspiran los defectos del otro, sus arrugas, su torpeza o su mal carácter. Pasamos de la euforia apasionada hacia el apego amoroso; damos un salto de la ceguera hacia la tolerancia y la clarividencia. Entre más pasan los años, nuestros amores van migrando hacia el apego", constata Reynaud.

Yo creo que el amor llega cuando se acaba el efecto de las drogas y descubres quién es el monstruo del que te enamoraste. Si después de conocerlo asumes que deseas estar con él, entonces empieza el verdadero reto de formar una pareja.

Luza Alvarado,

http://espanol.mujer.yahoo.com/blog/Luza-Alvarado/En-las-drogas-del-amor-26.html

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